GRANDES MAESTROS DEL ARTE
Lote 281:
Medidas: 35 x 30 cm, medidas exteriores con marco: 50 x 45 cm, buen estado. (Amberes, h. 1610-Bruselas, 1690). Pintor flamenco. Hijo de David Teniers I, fue bautizado el 15 de diciembre de 1610 en la iglesia de San Jacobo de Amberes. En su juventud siguió el estilo de su padre y el de Adam Elsheimer, pero pronto se especializó en la pintura de género, en línea con la tradición de los Países Bajos en donde el gusto por ese tipo de obras era mayor que en ningún otro país europeo. En 1638 ingresó en el Gremio de San Lucas, del que llegaría a ser decano, y pronto fue protegido por Antonio Tries, obispo de Gante, y más tarde por el archiduque Leopoldo Guillermo, nombrado por Felipe IV gobernador de los Estados de Flandes. Teniers colaboró en las adquisiciones del archiduque y contribuyó en gran medida a la formación de su fabulosa colección de arte, actuando como conservador de la misma. Gracias a ello el pintor tuvo la oportunidad de conocer y estudiar obras de diferentes maestros, siglos, escuelas y géneros. Las pinturas de gabinetes que realizó Teniers son un valioso instrumento para la localización de las obras que reunió el archiduque, además de un deleite para los sentidos por su calidad y fidelidad a los originales. En ellas el pintor aparece junto a su protector y los amigos de éste, algo poco frecuente, y que constituye una reivindicación de la dignidad de la pintura similar a la que posteriormente aparecerá en Las meninas. En 1651 su nombramiento como pintor de la corte hizo que se trasladara a Bruselas. El año anterior había comenzado a trabajar en el Theatrum Pictoricum, ilustrado con doscientos cuarenta y cuatro aguafuertes de pinturas italianas de los más prestigiosos maestros de los siglos xv, xvi y xvii, un proyecto precursor de los actuales catálogos ilustrados. Al dejar Flandes Leopoldo Guillermo para ocupar el trono imperial, en 1656, este proyecto se interrumpe, así como las funciones del pintor en la corte. Sin embargo, la llegada del sucesor de Leopoldo, don Juan José de Austria -también aficionado a la pintura-, le propició a Teniers encargos análogos a los anteriores. Igual que Rubens y Van Dyck, tuvo libertad para trabajar en proyectos para mecenas de otros países y contó con la admiración de Cristina de Suecia, el duque de York, Guillermo II de Orange y Luis II de Condé, sin olvidar a Felipe IV, quien poseyó obras suyas desde fecha temprana y apoyó su proyecto de crear la Academia de Amberes, que finalmente se inauguró en 1669. Su influencia llegó al siglo XVIII, y contribuyó al gusto rococó por los asuntos y temas amables de la vida y la naturaleza, el encanto por lo menudo y la gracia de las cosas y las gentes. Sus pinturas enriquecieron las colecciones de los primeros Borbones de España: fundamentalmente, la de Isabel de Farnesio. Sus composiciones se copiaron en tapices, que adornaron los reales sitios de Madrid. Puso sus pinceles al servicio de un mundo opuesto al heroico de Rubens y los maestros de la pintura de historia. La vida cotidiana fue objetivo fundamental de su complacencia, temas y ambientes considerados anteriormente indignos de los artistas de rango y que posteriormente serían muy del gusto de la sociedad del siglo XIX. Esta distinción jerárquica se encuentra en los preceptistas españoles como Pacheco y Carducho, que tratan con desdén a aquellos que consagran sus pinceles a tal vulgaridad. Pero no eran de la misma opinión los ciudadanos de Flandes, que gustaban de ver inmortalizados los actos y vidas de las gentes humildes con igual riqueza de color, emoción y poesía que otros temas considerados más respetables. Teniers, a diferencia de Adriaen Brouwer, dio una imagen amable de las tabernas, de las gentes paupérrimas, de los borrachos y fumadores que su maestro nos transmite con más profundo y sincero dramatismo. Teniers compensa estas limitaciones con el frescor de una técnica de sorprendente virtuosismo, bebiendo de la tradición de principios del siglo, en convivencia con Jan Brueghel el Viejo, Frans Francken II y Joost de Momper, a quienes debe la viveza de las fiestas campestres al aire libre, las kermesses, las pinturas de gabinetes y las vistas de paisajes panorámicos. Es oportuno recordar que casó con Anna, hija de Jan Brueghel el Viejo y ahijada de Rubens, lo que le proporcionó un envidiable nivel social. En sus gabinetes de pinturas añadió una serie de novedades, renunciando a los pretextos alegóricos de Jan Brueghel el Viejo y Rubens, para fijar una realidad ambiental y un contenido documental incuestionable. También fue frecuente la colaboración en sus pinturas de otros maestros, tanto en los gabinetes como en las kermesses y paisajes. David Teniers, Jan Brueghel y los gabinetes de pinturas, cat. exp., Madrid, Museo del Prado, 1992. Procedencia: importante colección particular, Madrid.